jueves, 3 de marzo de 2011
Friedrich Nietzsche
Nietzsche en realidad es filólogo clásico; pasó su última etapa en un sanatorio (para enfermos mentales)
donde murió en 1900.
Apolo y Dionisio
Trata este tema en su libro El nacimiento de la tragedia.
Habla de los conceptos de lo Apolíneo y lo Dionisiaco. Para Nietzsche el mundo no está dividido en dos (una vida terrenal y un mundo divino), sino que sólo existe el mundo terrenal; para él la parte divina es nefasta.
Los que opinan que hay otro mundo son los trascendentes. Mientras que aquellos que no lo creen son los inmanentes, y Nietzsche será uno de ellos: su vida girará en torno a este mundo.
Los griegos son los primeros que se plantean: ¿si no hay nada más allá, que sentido tiene la vida? Según Nietzsche esta pregunta se la hacen primero los griegos en la historia. Se puede llegar a la angustia, si se piensa que en el fondo no somos nada. Según Nietzsche los griegos sobreviven al sinsentido de la vida gracias a la estética (arte), reflejado en dos conceptos, impulsos o fuerzas estéticas:
- Lo apolíneo es el momento que refleja lo individual, la luz, lo racional, la serenidad. El arte apolíneo más importante es la escultura (por ejemplo el Discóbolo, que refleja esa serenidad).
- Lo dionisiaco es el momento colectivo, de emoción máxima, tenebroso, incluso irracional. El arte dionisiaco fundamental es la música. Dionisos es el dios del vino y de las bacanales.
Los griegos superan esta angustia de la nada, mediante el arte (escultura y música). Para Nietzsche la tragedia es, por una parte apolínea (diversos personajes individuales), pero también hay un coro (colectivo, música, dionisiaco).
La unión de estas dos fuerzas estéticas lleva a los griegos a abandonar el “miedo” a la nada; el volver a lo colectivo nos ayuda a perder el miedo a la muerte, y gracias a lo apolíneo se conserva el momento individual; luego existe esta dualidad.
La inversión de los valores
Según Nietzsche en Occidente, desde Platón, se implanta la doble división del mundo:
- El mundo de las Ideas: lo más real, lo espiritual.
- El mundo material: nuestro mundo, lo real a simple vista pero menos en el fondo.
Esto también lo recogerá el cristianismo; lo más importante será, pues, Dios y el más allá, y esta vida estaría cargada de una menor importancia.
Así, Nietzsche se da cuenta que la vida en este mundo ha estado siempre minusvalorada; él se pregunta, ¿por qué Occidente ha tomado ese camino? Toda la ética occidental, él ve, que desde Platón está marcada por esta mancha de “antivida”.
El mundo del más allá, en Occidente, se considera más importante que la vida terrenal.
Va a hacer una división en categorías:
- Fuertes: son aquellos que reivindican la vida, la viven con intensidad, son valientes, guerreros, guapos, sanos, bellos... Estas personas van a crear una moral basada en la lucha, el disfrute, el aprovechamiento de la vida. Es una moral del orgullo.
- Débiles: piensan más en la vida del más allá; son feos, enfermos, cobardes, defienden una moral de la paz, la humildad, la mansedumbre... La vida y el físico no importa.
Nietzsche dirá que la moral de los débiles ha triunfado en Occidente. Mientras que la moral del fuerte ha perdido. ¿Cómo ocurrió esto? ¿cómo triunfó una moral “antivida”? Hasta Platón la dominante era la de los fuertes, pero tras él cambió. Para Occidente Jesucristo es el cenit de todos los valores (manso, humilde, bueno...), pero Nietzsche se preguntará, ¿cómo se ha troncado de tal manera todo?
Así, hace una génesis de la moral actual: Filosofía contemporánea
- Todo comienza con los judíos, que para él, simbolizan la debilidad, los débiles. Estos sentían rencor por los fuertes (por los señores), y su manera de vengarse de los fuertes fue invirtiendo la moral: de manera que la moral fuerte buena fue entonces convertida en lo malo.
- Pasan así por tanto, los débiles a encuadrar la fila de lo bueno.
- Esto a nivel histórico Nietzsche lo refleja también con el cristianismo: que para él será fruto del rencor, y una venganza contra los fuertes, los poderosos del momento. El cristianismo, aun estando basado en el amor, nace como fruto del rencor.
Sólo quiere saber cómo se han transvalorado de tal forma los valores.
El eterno retorno
Se acoge a posiciones vitalicias, muy inclinadas a los fuertes; indicando así que para Nietzsche son necesarios en la vida unos valores claros.
Al apostar Nietzsche por la vida (y renegar de los débiles y del cristianismo) divagará también sobre el tiempo. La concepción del tiempo cristiana es una línea recta (principio, desarrollo y fin), en cambio, para Nietzsche esta concepción no es válida: va a tener una concepción basada en el círculo.
Todas las condiciones que dieron lugar a nuestra vida y los hechos, se volverán a repetir matemáticamente. Si nuestra vida fuera una combinación de primitiva se repetirían las combinaciones antes o después, aunque fuera dentro de muchos años.
Se puede acabar el universo, pero posteriormente se creará otro, y así sucesivamente; en cambio el tiempo siempre habrá seguido su curso.
Esta es la posición más vitalista de la vida: tengo una vida y quiero que se repita antes o después (la amo sobre todas las cosas).
El nihilismo
Es la tendencia que tiene Nietzsche hacia la nada. Para Nietzsche el nihilismo es un problema de la cultura occidental. Toda esta cultura que emana de la doble división de la realidad de Platón y de la concepción del Dios cristiano. La cultura se ha movido en estos dos ángulos; pero todo el sistema entra en crisis cuando entra en crisis la propia idea de Dios. Dios le daría sentido a la existencia, ¿qué sentido tendría la vida sin Dios?
Los valores están fundamentados erróneamente en Dios, y todo bien o mal proviene de esta ética, concebida en torno a Dios.
Pero claro, si Dios existe y está entrando en crisis, todo se viene abajo. A Nietzsche no le importa la existencia de Dios; para él el hecho evidente es que Dios ha muerto, y nosotros le hemos matado: ha sido fruto de nuestras propias manos.
El fundamento de Dios, de su existencia (base de Occidente) ha dejado de existir (ha muerto), por lo que Europa entera cae en la nada.
El nihilismo sería, pues, una crisis de valores en Europa, esos valores arrastrados desde la antigüedad.
Dios fundamentaba con su existencia la unión entre el más allá y lo material; por lo que entonces sólo nos queda nuestra propia vida, por eso hay que construir una sociedad nueva, en la que Dios no sea el fundamento, sino que se deben implantar unos valores del fuerte, con la vida como razón de todo.
De aquí surge el superhombre; este se ha desprendido de Dios, del más allá; se aferra a la vida y a los valores terrenales. El esfuerzo para conseguirlo es colosal (no buscar a Dios, ni buscarle un sentido trascendente a la vida). El superhombre ha de guiarse por la voluntad del poder (querer – poder). En esto se apoyará el nazismo hitleriano.
La crítica al lenguaje
Filosofía contemporánea
La realidad para Nietzsche es irracional; también la propia vida es irracional, no es posible buscar base racional a la vida como Platón y los cristianos habían hecho hasta entonces.
Para Platón el mundo de las Ideas es el molde de la realidad, por lo que nuestro mundo es racional, ya que es eco de un mundo perfecto y racional. La teoría actual es la percepción de un mundo racional: por ejemplo con las matemáticas.
Para Nietzsche la ciencia y la realidad son entonces irracionales; así, la vida no tiene ningún sentido.
Observando por ejemplo la teoría del eterno retorno vemos un absurdo, pero claro, la vida también se presenta en cierto modo como absurda.
Así, el lenguaje está formado de conceptos, y los conceptos intentan atrapar la realidad.
La sexualidad, como ejemplo, se agloba en tres conceptos (homosexualidad, heterosexualidad y bisexualidad), atrapando la ciencia todas las posibilidades; para Nietzsche esto no puede ser así, ya que dirá que cada persona posee una sexualidad diferente.
Nietzsche dirá pues, que la realidad es “inatrapable”; aun intentando aglutinarla mediante conceptos, estos no captan la realidad tal cual es, ya que la realidad no puede ser atrapada. Para Nietzsche la realidad no se ajusta a la lógica: la realidad es ilógica para él, es como un río que siempre va fluyendo, cambiando (en consonancia con Heráclito).
La realidad es irracional también, porque realmente no tiene ningún sentido, no tiene un porqué. Existe una gran diferencia con el cristianismo.
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